Internet se ha convertido en una potente herramienta de relaciones sociales a raíz de la expansión tecnológica de nuestro siglo. Detrás de cada correo, cada WhastApp o cada publicación en una red social, se encuentra una persona con el propósito de interactuar con otras. De ahí, nuestro deber de mantener, al igual que en los canales de comunicación convencionales, unas pautas de comportamiento que favorezcan un trato cortés.